¿Qué tienen en común Polonia, El Salvador y Nicaragua? Todos ellos están en gran medida bajo la influencia de la Iglesia Católica. ¿Qué más tienen en común? Todos ellos han hecho prevalecer la doctrina católica sobre la discusión de la viabilidad y aspectos legales del aborto y, en el caso de los dos últimos países mencionados, el aborto está prohibido, incluso si el embarazo pone en peligro la vida de la madre.
El Instituto Guttmacher, reveló hace poco que unas 70.000 mujeres mueren anualmente y muchas más sufren lesiones terribles como resultado de ser forzadas a realizarse abortos ilegales e inseguros. Casi todos estos casos fueron en países con leyes restrictivas.
El Alan Guttmacher Institute (AGI, por sus siglas en inglés - Instituto Alan Guttmacher), es una organización independiente exenta de impuestos, con oficinas en Nueva York y Washington D.C. Fue establecido en 1968 para llevar a cabo "investigaciones y análisis de las políticas, así como educación en el área de la salud reproductiva, los derechos reproductivos y la población".
"Prácticamente todos los abortos en África en América Latina y el Caribe eran inseguros", dice el informe. En Asia, los procedimientos de seguridad superaban en número a los inseguros debido a la gran cantidad de abortos legales en China. La mayoría de los casos de Europa y casi todos en América del Norte estaban a salvo.
"Para cambiar esta tendencia, es necesario hacer énfasis en la prevención de embarazos no deseados, pero en muchos países hay poco asesoramiento sobre planificación familiar y los productos anticonceptivos son escasos. "La mujer seguirá preguntándose sobre la legalidad o ilegalidad del aborto, siempre que la necesidad insatisfecha de anticonceptivos siga alta", dijo la Dra. Sharon Camp, presidenta del Instituto Guttmacher. "Con suficiente voluntad política podremos asegurar que ninguna mujer tenga que morir para poner fin a un embarazo no deseado ni previsto.”
Así como la pérdida terrible e innecesaria de vidas, las economías de estos países están afectadas por una presión adicional sobre el sistema de salud, ya que las mujeres afectadas en los abortos clandestinos se ven obligadas a acudir a hospitales para recibir tratamiento especial.
El Vaticano no es el único culpable en este ámbito, aunque su obstinación letal merece tener la mayor parte de la culpa. Mientras muchos países luchan por reformar sus leyes, la iglesia católica hace todo lo posible por intervenir en las decisiones que sólo conciernen a los poderes legislativos, ejerciendo presión con el argumento de la lucha por la vida, algo difícil de creer viniendo de una institución históricamente genocida.
El Instituto Guttmacher también es crítico del ex Presidente de los Estados Unidos, George W. Bush, quien, bajo la influencia del protestantismo de derecha, quitó la financiación de cualquier organización de planificación familiar en el extranjero que tuviera algo que ver con el aborto - incluso si sólo participaba con asesoramiento. El Instituto Guttmacher llama a la era de Bush "la década perdida". Sin duda, debemos considerar el reinado del Vaticano como los "milenios perdidos".
Afortunadamente, Obama ha revertido las políticas intolerantes de Bush y poco a poco la anticoncepción se filtra de nuevo en los países que lo necesitan desesperadamente. Los condones no son la respuesta completa, por supuesto. En los países donde las mujeres son poco más que inmuebles, los hombres no siempre consienten el uso de los preservativos, ya que los anticonceptivos farmacéuticos dan a las mujeres el control sobre sus cuerpos.
Una vez más, el dogmatismo, inflexible de la Iglesia Católica busca la manera de establecer el control. Su intransigencia mata a personas inocentes. Sus "enseñanzas" contribuyen enormemente con la miseria y el dolor en todo el mundo. ¿Cuándo las Naciones Unidas dejarán en claro que las exigencias religiosas no deben intervenir en las políticas que tienen el potencial para salvar vidas?
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